De entre los muchos tópicos que nos persiguen, uno de ellos es el que relaciona nuestras capacidades artísticas con algún tipo de brujería extraña, muchos lo llaman «tener un don».
Cuando la gente me veía dibujando en conciertos o en algún evento, más de una vez me han dicho aquello de «Oyoyoy es que los que hacéis ésto tenéis un don», en ésta ocasión era el bocata pre-concierto lo que se me atragantaba, me recorría un escalofrío de arriba a abajo y de abajo a arriba porque ya sabía lo que venía después.
Puede que pienses… no, ¡pero si eso es un halago! Claro… pero el niño que aprende a escribir o a montar en bicicleta no lo hace por iluminación divina; con ésto pasa exactamente igual.
Pues bien, la frase continuaba con un «¿Me haces un dibujo gratis, que no te cuesta nada?» En ese momento el hombre de Vitruvio se retorcía de dolor con sus 4 brazos y 4 piernas agarrado a su circulito, rogándole a Da Vinci para que devolviese a ese tipo un lifting en forma del mayor libretazo de la historia. Frenando mis impulsos más primitivos y guardando mis modales respondía que no.
(Primero te dicen algo bonito, y luego te piden que les dibujes gratis, qué avispados, ¿eh?)

Ninguno se paró a pensar en el tiempo y el dinero que pudo haberme llevado aprender a dibujar aquellos sketches en un par de minutos, (¿Dinero? ¡Sí, señores, las enseñanzas y material artísticos valen una pasta!) tampoco pensaron en todas las mañanas, tardes y noches completas que pude haber estado trabajando para llegar a obtener ese tipo de resultados que estaban viendo en aquel momento.
Éste trabajo requiere de muchísimas horas de esfuerzo y concentración, no hay secretos ni magia, sólo trabajo.
El hecho de trabajar gratis es una elección, pero daña nuestra imagen y algo más importante que la fama de cualquier dibujante, nuestro prestigio y nuestro futuro.
Yo no trabajo gratis, ¿Y tú?

¡Saludos!
Pasen un feliz Martes.

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